Por qué nunca debes hablar mal de los demás


Por: Cristian Hidalgo

Desde el año 1986 en que tuve la oportunidad de emigrar del campo para la civilización he sentido que casi todas las puertas que he tocado se han abierto. He sido asimilado por una sociedad que me han tratado como uno de sus iguales, a pesar de provenir de los extractos de mayores limitaciones socio-económicas. 

Nunca imaginé en mi infancia, que la vida me tenía reservado un espacio para pernoctar o gravitar en los mismos o similares escenarios que ustedes mi círculo de amigos tanto virtuales como presenciales. Consciente de ello, lo mínimo que debo hacer es expresar mi gratitud hacia Dios, a ustedes por acogerme como uno de los suyos; y procurar manejarme a la altura de las circunstancias para no defraudarles. 

Los amigos que personalmente me han tratado, nunca me escuchan proferir epítetos negativos hacia otras personas; y si en mi presencia alguien osare hacerlo, si no tuviere argumentos para defenderle de esos feroces y despiadados ataques, entonces me apartaría de ese grupo. "Sólo resalto las cosas buenas de las demás personas, ya que para las malas, sobran personas".

Traigo el tema a palestra, porque a diario veo en las redes sociales a muchos amigos insultar y faltar al respeto a personas (algunos de los cuales son de nuestra misma comunidad), sólo porque no comulgan con nuestra simpatía partidaria, religiosa, deportiva o de cualquier otra índole, más allá del evento de que se trate, sólo por obtener 5 minutos de gloria que de nada nos sirven.

Un día cualquiera amanecemos con alguien a quien debemos "acabar", olvidamos que esa persona tiene familiares, amigos y relacionados que no verán con buenos ojos nuestros ataques (algunas veces injustificados) a esa persona; lo peor de todo es que en ciertas ocasiones el crimen no beneficia a nadie, por lo que nos habremos ganado muchos sentimientos de animadversión y enemigos a cambio de nada.

Un ejemplo que suelo traer a colación es el siguiente: en un escenario se encuentran Gustavo, Cristopher y Juan. A Juan se le ocurre "entrarle" a Henry Rodriguez, dice de él cuantas cosas malas le pasan por su cabeza ante un público que alimenta su morbo de todo cuanto escucha. Gustavo, le detiene y advierte que no emita esos comentarios tan denigrantes de Henry, ya que no obedecen a la verdad, que ese señor es todo lo contrario a lo que está diciendo. Se arma una discusión entre ambos hasta que por desavenencia se termina el tema.

Más adelante, en un escenario en donde se encuentran Cristopher, Henry y otros amigos, a Henry se le ocurre mencionar a Juan como "su amigo". Cristopher que se "tiró" todo aquel show, le cuenta todo a Henry con lujo de detalles; finalizando su narración con: "Si hay alguien a quien debes llamar "tu amigo" debe ser a Gustavo; ese te defendió de todos los modos en que puede defenderse a alguien.

Tiempo después, siendo Henry determinante para resolver algo en donde estén Gustavo y Juan; ¿por cuál de los dos creen ustedes que se va a inclinar? Obviamente por Gustavo. Pues hasta por mera conveniencia personal, no debemos por sólo cuatro o cinco minutos de una fama que de nada nos sirve, "acabar" con las demás personas en ninguno de los escenarios en que nos encontremos.

Si a mí me abordare algún amigo y me preguntase: "Hace 6 meses tú estabas hablando mal de mí en algún lado?" Antes de terminar la frase, ya puedo negarlo todo con mucha vehemencia; porque no tengo ni siquiera que pensar si es posible, ya que es algo que lo tengo tan arraigado como mi propio apellido: "no hablar mal de otras personas en ningún escenario".

Por todo lo anterior, te exhorto a ti que me estás leyendo, que antes de publicar algo contra alguien o que pueda de alguna manera atacar su reputación y buen nombre, lo pienses bien antes de escribirlo; si lo has escrito léelo tres veces; luego edítalo; finalmente léelo dos veces más. Si luego de hacerlo entiendes que eso te va a aportar cosas buenas, publícalo; si por el contrario entiendes que nada positivo te aportará, que tu última acción sea eliminarlo.

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