“El mismo cuento de Las Mariposas.”

 Por Erika Pérez

La frase “Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”, atribuida por unos, al poeta y filósofo estadounidense de origen español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, y por otros al abogado, periodista, político, estadista argentino y presidente de Argentina entre 1874 y 1880, Nicolás Avellaneda, me hace entender que algunos dominicanos hacemos muy poco uso de aquella función cerebral que nos permite codificar, almacenar y recuperar la información que previamente percibimos.

Esto porque,  cada vez que conmemoramos un año más del Día Internacional de Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, se hace alarde de la lucha contra el tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina por parte de nuestras heroínas Las Hermanas Mirabal, lo que posteriormente provocó se convirtieran en mártires de la Patria; sin embargo, las  estadísticas concernientes a los feminicidios que anualmente se publican en los medios de comunicación, expresan otra realidad. Lamentablemente, esto nos hace deducir que más que una causa social para recapacitar y favorecer a la mujer, solo contiene una connotación histórica, que se  ha quedado plasmado en los libros, así como en la memoria y corazón de los familiares y amigos de Las Mariposas.

No es menos cierto que gracias a varios activistas y movimientos, se ha luchado por empoderar a la mujer, haciéndole verse a sí misma como un individuo que tiene valor, deberes y derechos y hacer que la sociedad la asuma como tal. Pese a los logros significativos que reconocemos, sabemos, por otro lado, que hace falta muchas cosas para alcanzar la tan anhelada equidad entre hombres y mujeres en nuestro país y el mundo. 

En primera instancia, considero que se deben modificar ciertas posturas del pensamiento feminista, puesto que en la actualidad, más que lograr que las personas de ambos sexos convivan dentro de la sociedad en armonía, una parte de sus seguidoras y seguidores no hacen más que fomentar el odio al sexo opuesto; es decir, emular ciertas conductas que han hecho de las mujeres víctimas del sistema patriarcal.

Segundo, fomentar desde los hogares una crianza en valores, en la cual se les enseñe tanto a la niña como al niño que ambos son útiles tanto dentro, como fuera de la casa, el valor que tienen como persona y de las cosas que reciben en la casa. Tal vez, de ésta forma podríamos ver cumplido el tan anhelado sueño de tener futuros esposos más cariñosos, que entiendan que su rol en la crianza de sus hijos, vas más allá del aspecto económico, así como mujeres más dependientes, que no les interesará entrar en una relación con hombre para que le costee sus necesidades básicas, entre otras eventualidades provocadas por la baja estima.

Por último, reflexionar la frase con la que iniciamos éste artículo, pero haciendo hincapié en la acción, porque que si no se materializan los hechos por parte de la población y nuestras autoridades no solo seguirán ocurriendo los feminicidios, sino que los políticos seguirán siendo los servidos por el pueblo y no lo contrario, la corrupción y la impunidad nunca recibirán su castigo, puesto que la justicia siempre estará corrompida y cuantos otras situaciones que usted y yo sabemos que andan mal en República Dominicana y que en su momento fueron narradas en un capítulo de la historia lejana o reciente en un libro de Ciencias Sociales.

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