El «galloloquismo» del gobierno dominicano
Por: Cristian Hidalgo
Al ver algunas acciones del actual gobierno que preside Luís Abinader, me llega a la memoria una expresión acuñada por el popular comediante Roberto Gómez Bolaños (Chespirito) en su personaje El Chapulín Colorado: «todos mis movimientos están fríamente calculados». Era su recurrente recurso cuando al cometer alguna equivocación, advertía extrañeza y decepción en sus interlocutores.
Bajo ninguna circunstancia ignoro las buenas intenciones del Presidente Abinader, para desarrollar el mejor gobierno de la vida democrática de nuestra nación. Sin embargo, «de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno»; más que ello se precisa de puntuales acciones que en maridaje con el sentir de nuestro primer mandatario, produzcan las debidas transformaciones que demanda nuestro país.
El Señor Presidente ha exhibido claras señales de que no permitirá en su gobierno se repitan acciones dolosas como las «producidas» en los escándalos de corrupción que en estos días hemos visto ventilarse en la justicia dominicana, en los que son imputados familiares directos, indirectos y cercanos colaboradores del pasado Presidente. Así las cosas, debemos «chancear» al actual gobierno con algunas «metidas de patas», partiendo de que al menos no meterán las manos.
En un diplomado de gerencia de proyectos, me llamó mucho la atención un término pronunciado por el Ing. Hiddekel Morrison, al referirse a profesionales que ponen en ejecución un determinado «proyecto» desprovisto de una debida planificación. Decía el maestro Morrison que ello constituye un «galloloquismo» (actitud estúpida y disparatada). Todos de alguna manera hemos aplicado el «galloloquismo» a nuestras acciones cotidianas y profesionales; sin embargo, hay escenarios en los que esta figura es inadmisible e imperdonable; el gobierno es uno de ellos.
Desde su llegada a la Presidencia de la República, hemos percibido a un mandatario errático, que actuando movido por la pasión dispone medidas de Estado que poco tarda en revertir; ha hecho de la improvisación su principal estandarte; se deja manipular de los poderes fácticos y presionar de la opinión pública. Ha elegido el pavimentado camino de estar bien con Dios y con El Diablo, ignorando que el destino de esta ruta es el fracaso. La biblia consagra: frío o caliente; nunca tibio.
Su esposa Raquel Arbaje, quien de alguna manera es la persona más llamada a hacerle aterrizar cuando advierta una luz roja en el semáforo, una excelsa dama en el más elevado sentido de la palabra, preñada también de las mejores intenciones, es sin embargo, una romántica soñadora cuya primera declaración fue: «Por acuerdo mutuo entre Luis Abinader y quien escribe, no habrá Despacho de la Primera Dama. No deseo manejar fondos públicos, porque una esposa de un presidente no ha sido elegida por el pueblo».
Sin embargo, aunque anunció que sólo tendría una modesta oficina que manejaría con 4 o 5 empleados, lo cierto es que doña Raquel se ha erigido en este país como «el poder detrás del trono»; y aunque muchos no lo hayan advertido, por debajo de la mesa está trabajando un perfil presidencial. Con su venia, me permito denominarla como «la mujer orquesta» (quiere tocar todos los instrumentos) y bailar en todas las fiestas.
Nuestra Primera Dama (por encima de Milagros Germán), es la Speaker del gobierno; a través de sus redes sociales da a conocer disposiciones de Estado que no ha publicado la DICOM. Bastaría revisar ambas redes sociales y verificar de dónde salen primero las publicaciones; pero también se ha convertido en la «Jefe de Gabinete», cuyo secretario general es Eílyu Beltrán; y desde donde imparte precisas instrucciones a los ministros, que deben acoger con categoría de decretos.
Me resultó un tanto jocoso, que con las nuevas medidas del toque de queda al medio día, un twittero hizo mention a doña Raquel, cuestionando «qué pasaría con esas personas que salen de los hoteles al medio día y deben llegar a su destino». No se hizo esperar una disposición del Ministerio de Turismo, estableciendo que quienes salgan de los hoteles del país tendrán un salvo conducto hasta llegar a su destino; cuando bien pudo establecerse con ese sector que el checkout sea a las 8 de la mañana, luego del desayuno.
Tradicionalmente (desde muchos años hacia hoy), el Presidente de la República emite un decreto de fin de año, declarando el nuevo año con un propósito determinado. El más reciente fue el decreto 497-19 del 30 de diciembre del año 2019, que declara el 2020 como «Año de la Consolidación de la Seguridad Alimentaria». Todo el gobierno orientó sus acciones dando prioridad a ese importante item de nuestra economía. Sin embargo, el Presidente Abinader olvidó este año emitir el decreto sin que haya a su lado una Primera Dama que se lo recuerde, como tampoco un Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, que es la persona encargada de redactar el documento, que le advierta de la omisión.
Todo capitán de una aeronave, antes de emprender el vuelo diseña «un plan» que le permita llegar sin el menor inconveniente, llevar provisiones ante un posible retraso; y prever una zona alternativa de toque por si no puede llegar al destino planeado; si alguien se aventurara a surcar la ruta sin un plan de vuelo, sencillamente tendrá problemas en su viaje. Lo ocurrido con la no declaratoria del año 2021 y posteriormente pretender que somos unos tarados o subnormales, al simular que fue a propósito, cuando ese comunicado debieron emitirlo el 30 o 31 de diciembre para que sea creíble; todo lo anterior me invita a decirle al gobierno que ya «El Chapulín Colorado», está fuera del aire.
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