Cuerpo sano, mente dañada

 Por: Erika Pérez / Periodista

Ya desde los prominentes filósofos que existieron en la antigua Grecia, se nos ha instruido respecto a la importancia de ejercitar el cuerpo. El exuberante e ilimitado conocimiento de estos personajes les permitió, además, puntualizar que no solo la actividad física se limita a los músculos y extremidades, sino que también el cerebro al ser entrenado produce cambios significativos en el ente que lo realiza; logrando con ello, un equilibrio entre ambos.

Con el pasar del tiempo hemos sido testigos de lo que ha representado el deporte para la humanidad, a través de la historia. Por un lado, es necesario precisar que se ha convertido en el espacio social más democrático por excelencia, puesto que los seres humanos pueden participar y convivir en igualdad de condiciones, sin importar su condición social, religión, estatus, color, preferencia sexual, etcétera. El mismo, también ha servido como escenario para librar batallas bélicas, ésto porque para nadie es un secreto que potencias como Estados Unidos y la antigua Unión Soviética (URSS) aprovecharon ediciones de los Juegos Olímpicos durante la Guerra Fría, para imponer sus ideologías políticas.

En nuestros días, gracias a la ciencia se han podido comprobar los múltiples beneficios que conlleva la práctica deportiva, ya sea por simple afición o de manera profesional. Es por ello, que cada vez más  personas, sin importar su edad, incursionan a este maravilloso mundo. Sin embargo, entendemos que de los frutos que aporta esta actividad, el económico es el que más se toma en cuenta, incluso por los padres, para de una manera u otra “cultivar el espíritu deportivo” en sus hijos.

Para llegar al meollo de la intervención que hemos querido realizar, hay que puntualizar que va dirigido a la forma errónea en la desde muy temprano niños y adolescentes son forzados a abandonar su niñez para dedicarse a la practica del baseball, considerado el deporte rey de la Republica Dominicana. Como obviamente no puede existir conclusión sin premisas, pues a continuación les manifiesto aquellas que son difíciles de obviar. En primer lugar, la mayor parte de los padres de esos  jóvenes con potencial y talento que forman parte de las ligas en las provincias, son persuadidos por sus entrenadores para que, de una forma u otra ,la educación de los mismos pase a un segundo plano, con el fin de dedicarle más tiempo al “pley”, donde está su futuro “asegurado”. Según  hemos podido constatar, más del 80 %  culmina siendo parte de la gran tasa de deserción escolar que tenemos en el país, mientras que otro pequeño porciento a pesar de quedarse en la escuela, no cursa el grado correspondiente a su edad.

En segundo lugar, dadas las nuevas políticas de las Grandes Ligas “las futuras estrellas” son separadas de sus familiares desde aproximadamente los 12 años, para ser llevados a academias busca talentos, luego de que son vendidos a otro entrenador con “más conocimientos” y “mejores relaciones” con los scouts que trabajan en el país, para los equipos de la principal entidad que dirige el baseball a nivel profesional y organizado.

 Durante su estadía en éste lugar, más allá del riguroso entrenamiento al que son sometidos los niños como parte de su preparación con miras a participar en diversos “try outs”, acorde con los testimonios de dirigentes y padres de niños que pudimos extraer mediante conversaciones cotidianas, existe la posibilidad de que los mismos sean introducidos al mundo de los esteroides, a pesar de su corto tiempo de vida.

 Lo grave del caso es que quienes aplican estas drogas, mayormente lo hacen sin la menor asistencia médica, trayendo como resultado la pérdida de una extremidad de su anatomía, e incluso hasta la muerte.

Entre otras tantas cosas que podrían suceder durante la gran travesía por la que deben pasar estos jóvenes para ser firmados por uno de los equipos de La Gran Carpa, lo realmente criticable, a nuestro entender, es el hecho de que a los niños del país no se les está preparando para que sean seres humanos intelectualmente competentes, sino como el principal ingrediente de una receta que aparte de deliciosa, resultará muy lucrativa para los que estuvieron inmiscuidos en el proceso de la preparación; en cierto modo, dicha actividad creemos que podría tener características muy afines con el trabajo infantil.

Precisamente por la deficiencia del desarrollo cognitivo y  formación conductual, es que vemos a muchos de éstos individuos tener pocas herramientas comunicativas al hablar en público,  ser despedidos del equipo por cual han sido contratados en las ligas menores, puesto que no dominan los conceptos fundamentales del juego o ser los protagonistas de ciertos sucesos que nos hacen comprender que se prepararon para todo, menos para el éxito que tienen entre manos,  una vez logrado el objetivo de obtener una firma aunque no sea millonaria. Todo ello, sin tomar en cuenta que son los ídolos, principalmente de otros niños y adolescentes quienes no solo siguen sus carreras como deportistas profesionales, sino que incluso su accionar fuera del estadio.

Para concluir, queremos aclarar que reconocemos que existen muchos ejemplos que sirven como la excepción a la regla, además de que amamos el baseball y toda manifestación deportiva porque consideramos que son el escape de sana diversión con el cual cuenta principalmente la juventud, asediada por los infortunios sociales como las drogas. Por ende, no nos oponemos al hecho de que los muchachos se dediquen a ello y más si es para desarrollar su talento, con lo cual  optarían por una mejor calidad de vida. Lo que quisiéramos lograr es que se den las condiciones para que en el mañana, si la voluntad de Dios no les favorece, llenos de conformidad se puedan reintegrar a sus estudios y evitar frustraciones.

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