No es un simple empleo

Bolivar Lorenzo Beltre

Es normal, comprensible y justificable que el dirigente o militante político que en una contienda electoral haya ganado su partido aspire a desempeñar una posición en el aparato del estado.

Erróneamente esto se interpreta como un derecho de corsarios quienes por orden de la corona inglesa podían repartirse parte del botín logrado en batallas.

Eso no es ni remotamente asi.

Es lamentable que incluso algunos de los dirigentes y militantes les den la misma interpretación erronea.

El dirigente y militante mucho antes de su partido ganar debe ir a la población a sembrar esperanzas dando a conocer las realizaciones futuras que habrá de ejecutar el gobierno de su partido si sale electoralmente ganancioso.

Ese compromiso le obliga a conocer las medidas que en cada área ese gobierno se compromete ejecutar por tanto ya va creando en si los conocimientos suficientes para su ejecución.

Sumado a esto, esa práctica de activismo político le permite irse compenetrando con la población a un nivel tal que ninguna cátedra para esos fines resulta más efectiva que esa simple acción.

Es decir, no es simplemente un asunto monetario a pesar que a de entenderse que las funciones estatales no son gratuitas por el alto nivel de compromisos que conlleva aunque sea conserje de una escuela.

Esto lo tomamos como ejemplo porque es una función tan importante como otras.

Por todo lo dicho anteriormente, es imposible que un gobierno llene las expectativas si no usa su dirigencia y militancia. No importa del partido que sea el gobierno.

Obviamente, siempre habrá una importante participación en la burocracia del estado de personas sin militancia o de otras militancia política de acuerdo a las particularidades interna de la institución del estado que se trate.

Por eso no hay razón para encubrir lo que es lógico y todo el mundo entiende aunque sea en silencio: la dirigencia y militancia de un partido triunfante aspira participar en el estado.

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