Jesús, modelo de liderazgo que debemos imitar
Por Euri Cabral
Desde hace algunas décadas la Semana Santa o Semana Mayor, cuando se recuerda la vida, el ministerio y la crucifixión de Jesús, se ha convertido en una especie de momento especial para irnos de vacaciones y aprovechar las playas o la tranquilidad de la ciudad.
Y eso en sí mismo no es malo, pero resulta más que necesario que en este tiempo podamos sentarnos a reflexionar y valorar la dimensión real del liderazgo de Jesús, lo que en verdad representó su sacrificio para que todos podamos alcanzar la salvación y tener presente la dimensión de su liderazgo, que hoy tiene más vigencia que nunca.
Esta semana es más que perfecta para eso. Resulta muy importante que al mismo tiempo que recordamos la vida, la pasión, la muerte y resurrección de Jesús, reflexionemos y valoremos en lo que realmente tiene significado de la vida de Jesús: Su entrega y sacrificio para salvarnos y sus grandes enseñanzas para que en nuestra vida cotidiana podamos actuar como Él.
El pasado domingo tuvo el honor de predicar en la Iglesia Cristiana Palabras de Vida (ICPV), y el tema elegido fue “Ser como Jesús”, pues entiendo, tomando lo expresado por el apóstol Pablo, que Jesús es el gran modelo a imitar para convertirnos en seres humanos dignos, honestos, íntegros, felices.
En este artículo quiero sintetizar la esencia de esa prédica donde afirmé que Jesús es el gran modelo de un líder que sabe entregarse por los demás y modelar con su propio ejemplo. El gran valor de Jesús se puede apreciar si entendemos que Él, siendo Dios hecho hombre, fue capaz de recibir todos los maltratos y entregar su vida para que cada uno de nosotros encontrara la salvación eterna y nos alejáramos del pecado.
De sus 33 años de edad terrenal, Jesús estuvo tan sólo tres años haciendo jornadas intensas de evangelización. Pero su impacto fue tan grande y significativo que la historia de la humanidad se divide en antes y después de su nacimiento y hoy, más de dos mil años después, sigue siendo la figura de mayor importancia e incidencia en el mundo. Sigue siendo el verdadero modelo de liderazgo para todos los habitantes del planeta, sin importar el área donde se desenvuelvan.
Desde mi humilde óptica, el modelo de liderazgo de Jesús se sustenta básicamente en cinco grandes aspectos. En su vida de maestro y de guía, Jesús dejó cinco grandes enseñanzas que, son las claves para entender la magnitud de su condición de hijo de Dios y de su acción en favor de la humanidad. Asimismo, son el legado perfecto que nos legó a quienes lo llevamos en nuestros corazones como Señor y Salvador y, como Él, queremos trabajar para alcanzar la redención del mundo haciendo que el reino de los cielos venga a la tierra y construyamos sociedades pletóricas de justicia, de igualdad, amor, bienestar y esperanza.
Para tratar de valorar en su justa dimensión la trascendencia del liderazgo que nos modeló Jesús, en mi prédica valoré, a la luz de lo que dice la Biblia, las cinco grandes enseñanzas que el hijo de Dios nos legó por siempre y para siempre.
Primera enseñanza de Jesús: El amor a Dios y al prójimo
La primera gran enseñanza de Jesús fue la de aprender a amar y poner el amor como centro de nuestras acciones. Teniendo como prioridad el amor a Dios y luego amando a nuestros semejantes. El evangelio de Mateo precisa que estando Jesús en una discusión con los fariseos, quienes se aferraban a la ley de Moisés, le preguntaron cuál era el gran mandamiento de la ley, a lo que les respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39).
Hoy día todos debemos actuar como Jesús. En estos tiempos se ha perdido el amor a Dios y al prójimo. La lucha por conseguir dinero fácil, por no creer en nada, por cualquierizar todo, se ha ganado la mayor parte de los espacios de la sociedad. Debemos retomar y practicar esa primera gran enseñanza de Jesús.
En ella se muestra todo el amor que Él dio a su padre Celestial y a todos los que les seguían. Donde quiera que Jesús caminaba una estela de amor se dibuja en el trayecto, en los corazones y en las almas de todo el que era impactado, tocado, o que simplemente le escuchaba o mirara. Así debemos actuar nosotros: dando amor y no odio, buscando a Dios y no la fama o riquezas, y amando a nuestro prójimo sin importar las circunstancias.
Segunda enseñanza de Jesús: El perdón
Cuando Jesús llegó a la tierra la costumbre y tradición era el “ojo por ojo y diente por diente”. Se amaba al amigo y se odiaba al enemigo. Jesús cambió esta situación y dijo que no podía haber odio en nuestros corazones y que de nada vale solo amar a los que nos aman, pues eso lo hace todo el mundo, que lo que nuestro padre Celestial quiere es que amemos y perdonemos a quienes nos hacen daño, a los que nos vituperan y nos aborrecen. Que debemos aprender a perdonarlo todo y a todos, sin importar la magnitud ni el tamaño de las heridas que nos hayan provocado.
En el Sermón del Monte, al Jesús referirse a cómo actuar ante los enemigos, dijo lo siguiente: “…yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y persiguen”(Mateo 5:44).
Jesús nos enseña a perdonar de manera completa y sincera. No diciendo que perdonamos pero no olvidamos, pues el perdón verdadero implica necesariamente el olvido total de todo lo que ha sucedido. Y Jesús fue tan grande y consecuente con lo que enseñaba que, estando en la cruz a punto de morir, le dijo a su padre Celestial que perdonara a quienes le estaban matando porque “no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
Así mismo debemos actuar nosotros cada día. El perdón es un bálsamo de amor que nos cura todas las enfermedades del odio o del rencor. No importa el mal que nos hayan hecho, perdonar es el mandato divino de Jesús par caminar en su senda y alcanzar la felicidad plena.
Tercera enseñanza de Jesús: Solidaridad con los demás
La vida de Jesús estuvo llena de solidaridad, servicio y ayuda a los demás. Jesús realizó decenas de milagros, resucitó muertos, hizo que ciegos vieran y cojos caminaran, sanó personas, liberó demonios, dio alimentación a miles, liberó mujeres condenadas, y siempre su mano solidaria y su ayuda desinteresada estuvieron al servicio de los más necesitados.
Y es que para Jesús, un verdadero cristiano, un verdadero hijo de Dios, debe estar al servicio de los demás, debe ser profundamente solidario con su prójimo. Cuando en un momento los discípulos Jacobo y Juan le pidieron a Jesús que por favor en su gloria les concediera estar uno a la derecha y el otro a su izquierda, les dijo que “el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero, será siervo de todos” (Marcos 10:43-44).
Y para que ninguno de sus discípulos tuviera dudas de esta enseñanza, Jesús les dijo con profunda claridad: “Porque el hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). En eso debemos centrarnos hoy día. Nuestro accionar como seres humanos debemos estar caracterizado por ser solidarios, por servir y ayudar a los demás. En fin, por ser como Jesús y entregarnos de lleno por los demás.
Cuarta enseñanza de Jesús: La humildad
La vida y el ministerio de Jesús en la tierra estuvieron llenos de un gran espíritu de humildad. Y es que para Jesús la humildad es parte consustancial del liderazgo, porque ella es un espejo para que los demás se miren en ti y para que te reflejes en ellos.
Una de las grandes muestras de humildad de Jesús se produjo cuando al reunirse para la última cena, el Maestro de repente tomó una toalla, un recipiente de agua y le lavó los pies a sus discípulos. Jesús, el Maestro y guía, el Mesías, el hijo de Dios, el Rey de Reyes y Señor de Señores, se postró ante sus discípulos para, al lavarle los pies, dar una de las mayores lecciones de humildad de la historia de la humanidad.
En esa época , lavar los pies a alguien era considerado una de las acciones más denigrantes y onerosas. Pero Jesús lo hizo para mostrarle a sus discípulos que para ser el más grande hay que empezar por ser el más pequeño.
Pedro, uno de los discípulos más destacados de Jesús, entendió profundamente esta enseñanza de su Maestro y en su primera epístola, en el capítulo 5 versículo 5, escribió lo siguiente: “Y todos sírvanse unos a otros con humildad, porque Dios se opone a los orgullosos pero muestra su favor a los humildes”. (NTV). Eso también lo dice Santiago en el capítulo 4 versiculo 6.
Quinta enseñanza de Jesús: Nunca cansarnos de hacer el bien
Jesús nos modeló hacer el bien siempre y en todo momento, sin importar las circunstancias ni las consecuencias. Jesús siempre hizo el bien, siempre buscó lo mejor para el prójimo y nunca fomentó ni predicó hacerle daño a nadie. Esa gran enseñanza de Jesús la resume el apostól Pablo de la siguiente manera, en Gálatas 6, versículos del 9 al 11:
“Así que no nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos el bien a todos, en especial a los de la familia de la fe”.
Imitemos a Jesús
Jesús es el verdadero y perfecto ejemplo de liderazgo para todos los tiempos. La mejor y mayor reflexión que podemos hacer en este tiempo y siempre, es ser imitadores de Jesús, ser sus discípulos en cada una de nuestras acciones diarias. Y para ser como Jesús debemos aprender a amar a Dios con nuestra alma, corazón y mente, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, practicar el perdón de manera permanente, ser siempre solidarios con los demás, practicar la humildad con sinceridad y en todas las circunstancias, y nunca cansarnos de hacer el bien.
Ser como Jesús es la mejor forma de alcanzar la verdadera razón de nuestras vidas.
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