Desalojan a hombre que tenia tres años viviendo bajo el puente de la Mesopotamia
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Señor Joaquín Enríquez Sánchez, residía bajo del puente de Mesopotamia, desde hacia tres años. |
ELPORTAVOZDELSUR, SAN JUAN, RD.– En la intersección entre la precariedad y el olvido, Joaquín Enríquez Sánchez, de 52 años, encontró refugio donde pocos mirarían: bajo el puente de la Mesopotamia, en el corazón de esta ciudad del sur profundo. Allí dormía, cocinaba y subsistía, hasta que este jueves fue desalojado por las autoridades municipales, en un operativo que sacó a la luz una realidad que muchas veces permanece oculta a plena vista.
El operativo fue encabezado por miembros de la Policía Municipal, del Cuerpo de Bomberos y de la Policía Nacional, quienes argumentaron que la presencia del hombre no solo representaba un riesgo para su integridad física, debido a las condiciones inhumanas en las que vivía, sino también una amenaza para los conductores que circulan por la zona. Enríquez, explicaron, se dedicaba a la quema de alambres eléctricos —una práctica común en la economía informal para extraer cobre— lo que generaba humo y contaminación en un área de tránsito constante.
“Era un peligro latente. Estaba expuesto a enfermedades, a una posible intoxicación por el humo, y también a sufrir un accidente, al estar tan cerca del paso vehicular. Pero además, afectaba la visibilidad de quienes cruzan ese tramo”, explicó el encargado de la Policía Municipal, que participó en el desalojo.
Tras ser retirado del lugar, el hombre fue conducido por las autoridades y, más tarde, entregado a sus familiares, quienes se comprometieron a brindarle resguardo. No se informó si el caso será seguido por el ayuntamiento u otra institución social.Vecinos de la zona afirman haber visto a Enríquez durante años, siempre callado, a veces recogiendo objetos para vender, otras quemando cables al atardecer. “No molestaba a nadie. Estaba ahí porque no tenía a dónde ir”, comentó una comerciante de las inmediaciones.
Mientras su espacio improvisado fue desmantelado por completo, nadie puede precisar qué ocurrirá con él ahora. La historia de Joaquín —breve en los titulares— es un recordatorio de las muchas vidas que se desarrollan en los márgenes, invisibles hasta que el humo se vuelve molesto o alguien decide intervenir.
Aunque las autoridades actuaron alegando razones de seguridad, el caso pone de relieve una problemática de mayor alcance: la falta de políticas públicas sostenidas para atender a personas en situación de calle. Joaquín no es el único que ha buscado techo entre columnas de concreto. Y no será el último si no se implementan soluciones de fondo.
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