Una puerta cerrada con un cable: la angustiosa búsqueda de una niña autista en San Juan

Eran las 12 del mediodía de este domingo 11 de mayo, en la calle Sánchez, cuando la rutina del barrio se rompió con un hecho que dejó al descubierto una realidad inquietante: una niña de seis años con autismo desapareció sin dejar rastro mientras jugaba frente a su casa. Dos horas más tarde, fue encontrada encerrada en una habitación improvisada, asegurada con un cable eléctrico. Su captor, un vecino conocido en el sector, confesó haberla manoseado.

El abuelo de la niña, Nicolás Valdez de León, fue el primero en encender la alarma. Se presentó a la sede policial con el rostro desencajado y la voz temblorosa. "Mi nieta no aparece", dijo. La pequeña, vive con su madre, Caroline Brito, en el sector Villa Liberación, pero estaba de visita en casa del abuelo, en San Juan Bautista.

La cámara de seguridad de una vivienda cercana mostró a la menor salir a la calle a las 12:02 p.m. Su madre la buscó minutos después, caminando con pasos rápidos entre las esquinas de Sánchez y Estrelleta. Nadie la había visto. El tiempo corría.

Mientras en la casa crecía el pánico, una investigación rápida y meticulosa comenzaba. Agentes de la Subdirección Regional de Investigación Oeste, junto a la Policía Preventiva, peinaron los alrededores. En una vecindad escondida, una estructura deteriorada y sin vigilancia, hallaron una pista: una vivienda de color zapote, cerrada desde fuera con un cable.

Cuando lograron entrar, encontraron a la menor sentada en una esquina de la habitación, en silencio. Frente a ella, un hombre: Alcibiades Arsenio Encarnación Lebrón, de 47 años. Fue detenido de inmediato. En el interrogatorio, confesó que la había llevado hasta allí, asegurado la puerta con un cable negro con rayas blancas y la había tocado en el rostro, el abdomen y sus partes íntimas.

El examen médico legal, realizado por la doctora Creucia Montero, confirmó que no hubo penetración, pero sí abuso. El impacto psicológico en la menor aún está siendo evaluado.

Un segundo hombre fue detenido: Francisco Alcántara, propietario del conjunto de anexos donde se halló a la niña. Aunque no se ha establecido su implicación directa, su papel como responsable del espacio está siendo investigado.

Horas antes, un vehículo blanco tipo Suburban, sospechoso por su presencia en la zona, fue retenido en Baní. Sin embargo, fue descartado tras verificarse que no estuvo relacionado con el hecho.

El caso, que ha sido remitido a la justicia, ha puesto en el centro del debate la vulnerabilidad de los menores con condiciones especiales y la necesidad de mayor protección comunitaria.

La niña ya está con su familia. Pero su historia —y el cable con el que fue encerrada— deja una cicatriz en la conciencia de un barrio que creía conocer a todos sus vecinos.

Datos cortesía de la Dirección Regional Oeste de la PN y fuente externas.

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