¡Nos urge un cambio!
Por Erika Pérez / periodista
Desde los
orígenes de nuestra Nación, la palabra cambio ha estado latente en el sentir de
los personajes, que de manera prominente o no, han formado parte de la historia
de esta isla. Es por ello que, movimientos nacionalistas como la sociedad
secreta La Trinitaria (1838) y Movimiento 14 Junio (1959), así como batallas
revolucionarias como La Independencia (1844), Santomé (1857), La Restauración
(1863), La Guerra Civil de 1965 son considerados, a nuestro entender, como
plataformas y escenarios en los cuales se buscaba reestructurar las ideologías
políticas que imperaban por quienes gobernaban, en ese entonces, el país.
Al día de hoy,
entre la mayor parte de la población
nacional prevalece la creencia de que los
cambios se efectúan con la proclamación de un gobierno o funcionario sobre
otro, cada cuatro años tanto en el Palacio Nacional, como las instituciones
públicas. Sin embargo, la inmensurable minoría que disentimos de éste alegato,
consideramos que tal mutación no debe producirse únicamente en el aspecto
político, sino, en todo espacio en que el ser humano tome participación dentro
de la sociedad; y para que la misma sea exitosa, debe darse, primero, a nivel
introspectivo para que posteriormente,
se produzca a nivel colectivo.
Son varias las
veces que en conversaciones cotidianas, expresamos frases como: “si fuera en
otro país…”, “¡eso no más se ve aquí!”, entre otras, que solo reflejan la
utopía que desearíamos vivir. Tengo la firme convicción de que las pequeñas
acciones, son las responsables de
generar grandes cambios. Por ello, entiendo que entre las primeras
pequeñas acciones que debemos realizar los dominicanos, está valorar y aceptar
con humildad la realidad que nos ha tocado vivir, lo cual implica tanto
nuestros rasgos físicos, como el nivel socioeconómico que ocupamos en la
sociedad, tomando en cuenta que el dinero, la ropa, zapatos, color de piel y
textura de cabello no son los que
determinan el valor de las personas y menos en un pueblo que ha sido formado
sobre la base de una vasta diversidad cultural.
Cambiar también implica auto sacrificio y
pensar en la colectividad. ¿Se imaginan que personajes como Juan Pablo Duarte,
Francisco Del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, Gregorio Luperón, Las
hermanas Mirabal, el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, Francisco
Alberto Caamaño Deñó y Mamá Tingó hubiesen pensado de manera egoísta y egocéntrica,
prefiriendo abandonar sus planes para devolverle la libertad y el ejercicio
democrático al pueblo dominicano?
La transformación
que aspiramos tener como sociedad, se logrará tan pronto cada uno de los
dominicanos se dedique a llevar por dentro un ciudadano responsable que pueda
cumplir sus deberes, en la medida que exige sus derechos. Es entonces cuando ya
no veremos más basura en las calles y playas, porque toda irá al zafacón;
respetaremos el tiempo de los demás, siendo puntuales, así como el turno de los
que hacen fila en lugares públicos, porque se erradicará el tráfico de
influencias para acceder a los mismos; también, predominará la prudencia en las
calles y carreteras para evitar los accidentes; cederemos asientos a quien más
lo necesite, sin importar el sexo, entre otras tantas cosas que nos hagan más
humanos, por lo menos un segundo del día. Añadir a esto, el pensamiento crítico
que debemos asumir ante lo que se nos diga, cuestionándolo y no darlo por
cierto si antes buscar una segunda versión de los hechos, especialmente a
través de los medios de comunicación los principales responsables de crear una
generación de títeres de opinión.
“El cambio más
prometedor, es el que inicia en la persona misma cuando se modifican
pensamientos, creencias y sentimientos que provocan una actitud negativa hacia
la vida”, y puede empezar cualquier día, incluyendo hoy.
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