Ídolos de pacotilla

 Por: Erika Pérez (periodista)

Para nadie es un secreto que a través de la historia el ser humano, dentro de las actividades de su diario vivir, siempre ha incluido el culto a una figura, ya sea ésta producto de su imaginación, material o forma parte de la naturaleza misma; por ello, el espectro a tomar en cuenta para dar un simple ejemplo de los tantos ídolos, que existen y han existido, es bastante amplio puesto que entendemos que dependerá de del estatus, creencias religiosas, nivel académico, valores inculcados durante la crianza, entre otros factores que conformen el carácter y raciocinio del ente en cuestión. 

Al disponernos a buscar el significado de la palabra clave de esta edición (ídolo), pudimos encontrar las siguientes:

“Figura o imagen que representa a un ser sobrenatural y al que se adora y se rinde culto como si fuera la divinidad misma.”

“Persona o cosa por la que se siente un amor o admiración excesivos.”

En ese mismo orden, basándonos en una simple interpretación o lectura comprensiva de ambas definiciones, pudiéramos percatarnos que existe algo que anda mal en ejercicio idolátrico, con aquello de “como si fuera la divinidad misma.”, y “se siente un amor o admiración excesivos.”

Hoy en día, ante la proliferación de marketing que se hace respecto a un personaje del ámbito político, artístico, deportivo, etcétera, así como aquellos que han emergido en los medios de comunicación y redes sociales como “influencers” se ha producido una expansión significativa del abanico de aquellos que son considerados por la sociedad como el supuesto ejemplo a seguir.

¿Pero hasta qué punto se puede calcular el poder de persuasión con que estos individuos ilusionan a sus admiradores?

Como nadie debería hablar de lo que no sabe, tomaremos como ejemplos nuestra realidad inmediata. Nos referiremos en primera instancia, a aquellos jóvenes de los diferentes barrios del país, quienes siguen a cantantes de música urbana. Son vistos por la mayoría de ellos como un “modelo de superación” que surgió del barrio y sin estudiar, ni trabajar obtuvo dinero fácil y con él “éxito”; lo cual a su vez produce que emulen su forma de vestir, de hablar, que consuman alcohol y drogas (incluso sin son menores de edad, producto más que nada, de las letras que contienen sus canciones) y comportamiento en general, dejando incluso hasta la escuela para tratar de ser uno más de aquellos que logró llegar a la cima.

En esa misma tesitura, las féminas adquieren un estilo de vida en el cual la inversión en lo ficticio se convierte en su norte (pestañas, pelo, uñas, trasero, senos, cejas, etcétera). A esto añadiremos el deseo insaciable de viajar, así como la adquisición de ropa y bebidas caras y de marca. Toda esa lujuria y comodidad, está diseñada sin contar con un empleo que las sustente, para cual se verán en la necesidad de asumir como pareja a un señor que en muchos casos hasta le dobla la edad, para asumir los gatos de la vida que su ídolo, la mega diva que sigue en Instagram, les inculcó. 

Casos similares se presentan en la política, mundo en el cual muchos incursionan no precisamente para servir al pueblo, sino más bien para servirle a sus bolsillos. Lamentablemente, estos sujetos se han convertido en los dueños, tanto del sufragio, como de la mentalidad de la mayoría, lo que ha permitido que, en la política de la República Dominicana, generación tras generación, se traspasen aquellos ideales nocivos para el pueblo y se haya creado un sistema de percepción errónea entorno a esta ciencia, considerada por muchos, la más bella de todas. Pero más allá de lo antes expresado, hemos presenciado escenarios en los cuales el fanático de estos ¨lideres¨ olvidan que los mismos llegan a ocupar una curul o posición en el gobierno por su voto, y con ello que el funcionario o legislador está para servir y no para que le sirvan; en otras ocasiones, se insertan en una acalorada discusión, en la cual actúan como si se les hubiese nublado la razón y con ella el sentido común y crítico, puesto que sus alegatos y ademanes no son más que una copia exacta de aquel que por ofrecerle un cargo cuando alcance el poder, se ha convertido en su maestro, llegando incluso a perder la vida por jurarle lealtad y fidelidad a quien, en la mayoría de los casos, ni sabe de su existencia.

En el deporte, también se presentan situaciones en las cuales niños, jóvenes y adultos compran indumentaria deportiva alusiva de sus atletas favoritos, los siguen en todas sus redes, reproducen sus estilos de cabello, swing, dribleo, chutan y hasta como corren estos personajes, dependiendo la disciplina. Pero desafortunadamente, algunas de las súper estrellas de Grandes Ligas, NBA, WNBA, NFL, LIDOM, UEFA y otras tantas entidades organizadas alrededor del mundo poseen un talento innato que los lleva colocarlos dentro de los mejores del mundo dentro de la cancha, mas no fue de ella. Ese hecho se pone en evidencia a través de los tantos incidentes en los que se ven envueltos por su accionar errático, ya sea en su vida profesional como familiar, producto a veces por el consumo de drogas (incluyendo esteroides) y alcohol, sin tomar en cuenta que hay una fanaticada que está siempre al acecho del más mínimo detalle de lo que ocurre en su diario vivir. Esto, a su vez, ha provocado que las organizaciones mencionadas más arriba sean más estrictas con sus reglamentos disciplinarios, los cuales castigan severamente a los atletas, incluso si cometen faltas fuera del estadio. 

Así también, ¿quién de nosotros al congregarse en una iglesia, sin importar la religión, en la mayoría de los casos no ha preferido replicar lo que hace el sacerdote o pastor, y no experimentar una relación directa con Dios?

Recordemos que también existen ídolos materiales que son escenificados en esa casa, ese carro, trabajo, interés por el dinero, celular, alcohol, juegos de azar, drogas, o cualquier inimaginable objeto o cosa al cual das más importancia y dedicación que a sí mismos; tanta que nos consume tiempo irrecuperable con seres queridos y con nosotros mismo, y a resumidas cuentas conllevan la perdida de la vida, sin haber fallecido.

Para concluir, debemos aclarar que respetamos el libre derecho que tienen todos los ciudadanos de elegir quien ser y a quien seguir, porque es algo que no podemos negar hemos hecho en algún momento. Sin embargo, hemos llegado a una edad en la que entendemos que tu ídolo debe llevarte a ser la mejor versión de ti cada día, sin hacerte olvidar quien eres, perder tu esencia y mucho menos perjudicar tu paz mental y salud física. Por eso es que además consideramos que esa persona a quien debes imitar puede estar más cerca de lo que crees, puesto que cada persona, por simple que parezca, es digno de ser considerado un ídolo.

 Particularmente, me considero la fan número uno de quien pone la basura en su lugar, para que nuestras ciudades no estén sucias; de quien se hace a un lado cuando la ambulancia se aproxima; de quien desafía adversidades día a día, para llevar pan a la mesa de su casa de manera honesta; de quien respeta las señales de tránsito; de quien no se muestra indiferente ante las injusticias que se comenten con los demás; de quien tiene un palabra de aliento ante las vicisitudes que pueda estar atravesando su prójimo y de tantas otras personas que con sus buenas acciones, generan cambios positivos de manera colectiva.

Y tú, ¿ya pensaste cuál es tu ídolo de pacotilla?

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